Home - Bienvenido a Kódigos.


 
Home - Bienvenido a Kódigos.
   
Home
Nosotros
Colecciones
Contacto
 

Libro: "LA PAREJA, una multitud"
Autor: Darío Varela


 

nosotros, inmanejable par aparente

 

Ya nadie se atreve a creer
que el útero es un extraño animal
que habita en el cuerpo de cada mujer
y deambula a su antojo por ese interior
y que mal ella puede ser siempre la misma
el útero tibio dormido en el pecho
el útero fiero mordiendo la carne
el útero ardiente buscando fugarse
arcano entender el mutante carácter
de una mujer mercurial como tú
aunque dentro de humanas fronteras.

Pero tú cada día eres otra
que no se parece
que no se repite,
Proteo asaltando mis flancos
amparada además en sorpresas
buscando dominar
convertirme en muñeca de trapo.

Y resulta aterrador
para aquéllos que creen que algo saben
y más para mí que estoy en el secreto
de tu flaca ginecóloga asombrada
que apenas balbucea en su estudio
que lo tuyo es fenómeno nuevo
un útero fugado que no está
que se niega a la hora de la cita
que de nada valen ese día la inspección
el sonido y la pantalla.
Un maldito somnoliento útero rampante
que otros días la espera
en el puesto de costumbre
donde debe estar
a la vista del lego y del experto
lo que viene finalmente a demostrar
que existe el extraño animal.

Ah...
Si como tu mirada
tu cuerpo se hiciera transparente.
Si desde esta impotente ceguera
desde este rechazo a arrancarme los ojos
-que me traicionan
que sobreven lo que es justo que esté prohibido
que no distinguen lo que está frente a ellos
que cuando miran
me hacen creer las mentiras que escucho
las mismas que enseñan su engaño
cuando las oigo con ojos cerrados-
si desde esta ceguera de verte
pudiera observar a través de tu cuerpo,
entonces con solo mirarte
sabría qué pasos de su viaje está dando
aquel útero incansable animal de tus cambios.
Cuando esté.
Porque se me hace evidente que hay días
que salta de uno a otro planeta
dando noticia de que anda además sulfurado.
Y sabría al menos
cuán alto es el fuego
de qué grado el infierno
de intentar comprenderte
que trae la condena de ese día.

Mucho trato de saber de mí, de conocerme
y mi condición más bien estable
cuyas razones si las hay ignoro
allana el intento, facilita las cosas.
Permite, en las escasas ocasiones
en que me veo de pronto o por sorpresa,
que las diferencias
entre lo que veo y lo que espero ver,
si bien enormes, a decir verdad
sean velozmente manejables.

Calzo entonces rápido y altivo
dentro del barroco zapato
de mi detallada conciencia
ese yo sin duda a su aire
que es el ente en que se da mi ser.


Pero cuando hoy agazapado
y ayer o mañana ostensible y cándido
te espero descifrando al acecho
la columna interminable de personas
que dispensan sin descanso
las escaleras mecánicas del Metro,
los diversos disimulos necesarios
los seres felizmente ajenos e ignorados
te espero, decía, a la salida
con el “Tú en Mí” preparado
férreamente aherrojado
y de pronto apareces, Proteo
no digo disfrazada
porque fácil sería descubrirte
- e incluso el disfraz simplifica
un encuentro de otro modo aterrador-
sino diversa
sino Tú exactamente
precisamente este Tú real
maravilloso alucinante
hoy y ahora
instantáneo y cuántico
nada más alejado del “Tú en Mí”
con que te estoy esperando,
aprecio con terror que son pocos los segundos
que te separan de mí
y que no bastan para integrarte
para hacerte coincidir
que no alcanzan siquiera
para aceptar que debo destruir ese “Tú en Mí”
con quien no solo espero media hora por ti
sino con quien anoche solitario dormí
y del que estaba estoy
- ¿debo romperlo ahora
que estás a punto de abrazarme?-
horrible cálidamente enamorado
pero ya me has apretado y me sonríes
entonces comprendo velozmente:
otra vez el fin
estoy perdido -verliebt-
prendido

enamorado de este otro “Tú en Mí”
que acaba de nacer
y destruirás mañana
cuando vaya a saber cómo o dónde
ni siendo quién aparecerás
en cuál de tus variadas formas infinitas
de qué espíritu habitada
con el útero dónde.

Pero esta invisible tragedia de moderna agilidad
recortada de entre miles que salen del Metro
simultánea tal vez con idénticas diez
es manejable porque ocurre en el presente
y entonces bajo el imperio de fuerzas poderosas.
El Yo y el Tú están ahí
enjaulados en los límites estrechos
que la grave fuerza inadvertida
que ejerce el uno sobre el otro
impone a nuestras sobrepasadas consciencias
las que entonces apenas perciben poco más
que la simple presencia subyugante y poderosa del otro.

Y por mucho que queramos pensar
planificar y tomar decisiones
con respecto a nosotros
tema final de estos versos confundidos
ellos gravan, impactan, horadan, determinan.
Y ora caminamos de la mano
y nos damos abrazos que borran los conceptos
o nos insultamos enfermos de celos
y determinados a no vernos más,
o bajamos las escaleras
tirando el uno del otro y éste de aquél
para arrojarlo a los rieles electrificados
o simplemente al paso estruendoso del tren.

Esa es la parte sencilla
el drama trivial
porque se da en el simple presente
donde el Tú y el Yo
autónomos e inconscientes
imponen su fuerza incontenible
dónde vibran en su modo normal
dónde no solo sin temor ni conciencia
sino con deliberada fuerza amplificadora
entran en osada resonancia.

Pero cuando regresas llorando
a las burlas de mamá
a los fuertes balbuceos
de los mismos delincuentes
que postergan su violarte
otra vez desconcertados
por la enorme sencillez
que adereza sin que sepas
el arreglo exuberante
de tu ser manjar sexual,
y cuando yo por mi parte
enloquecido al volante
me abro camino insultando señoras
y empujando choferes
que se niegan a ceder el paso
entonces ocurre que tú allá y yo acá,
al unísono, en ignorado coro afónico,
intentamos conciliar
yo, el “Tú en Mí”,
con el poderoso Tú que trajiste
y tú, el “Yo en Ti”,
con el Yo indomable que muere por ti
y te deja empapada de pasión
mientras el “Yo en Mí”
lo reduce a la fuerza y se lo lleva,
pues tú allá y yo acá
al unísono y sin saberlo
nos ahogamos en el ebrio intento
de planificar un futuro que exige apaciguar a tantos
numerosos cambiantes seres abstractos
que padecen el huracán
que han desatado sin intención
por el solo hecho de estar cerca el uno del otro
el poderoso Tú que percibo
y el acechante anhelante
incontrolable Yo que que pretende salvar
las distancias razones
que en vano intentan separarnos.

Entonces te dices que nada te importa
que ya nada puedes hacer
que mi Yo es el alma de tu cuerpo
y sin alma ¡qué va!

Y yo me digo que jamás
que ese Tú que hay en mí
y aquel indudable Tú,
que cada vez es otro
que me conquista y domina,
no permiten en su obscena
diversidad caudalosa
imaginar un futuro,
y que si hoy condesciendes
en ser así tan diversa
ya mañana serás multitud
en tu estrategia probable
de copar mi poligamia,
y esto... no lo quiero,
no, jamás
y resuelvo una vez mas
decirte adiós para siempre
no volver a mirarte
y me voy embelesando
arrobado por el “Tú en Mí”
que hoy dejó el adorable
maravilloso proteico
Tú que trajiste esta vez.

 

Del libro "LA PAREJA, una multitud", de Darío Varela ©, Editorial Kódigos SL, Valencia, España