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Libro: "LA PAREJA, una multitud"
Autor: Darío Varela


 

acerca de la pareja

 

Cuando alguien, para referirse a la pareja de la que forma parte, dice "nosotros" o "nosotros dos" está simplificando el hecho de que una pareja no son dos, sino dieciocho personas.

Si los dos seres que integran la pareja se han desarrollado en cierta paz con ellos mismos, entre diez y catorce de estas dieciocho personas tienen participación activa en su "nosotros".

En el caso de nuestra pareja, las cinco personas básicas que yo aporto al “nosotros” son:

1 “Yo Real” (YoR). El animal concreto, vivo, independiente en el cual y mediante el cual se materializa mi conciencia.
2 “Yo en Mí” (YoeM). Mi conciencia acerca de “Yo real”, en este momento.
3 “Tú Real en Mí” (TúReM). Mi percepción acerca de “Tú Real”, en este momento
4 “Tú en Mí” (TúeM). Mi apreciación acerca de tu “Yo en mí”, en este momento
5 “Yo en Ti” (YoeT). Mi apreciación acerca de quién o cómo imaginas tú que yo soy este momento.

Antes de continuar con las restantes personas que concurren en la pareja estimo necesario hacer algunos alcances.

El “Yo Real” es un ente objetivo y autónomo, hijo del azar, la genética y los esfuerzos y descuidos sociales.

El “Yo Real” es la forma concreta y objetiva de mi propio ser, desconocida para mí y para los demás, porque la percepción que se tiene de él es propia y peculiar de quien lo percibe. Esta imprecisión se da incluso si quien lo percibe es el llamado "su propio yo", ente o configuración cuyo nombre vulgar es "Yo" y que, a los efectos de la presente exposición se denomina "Yo en Mí" (YoeM).

El “Yo Real” tiene una naturaleza corpórea que se califica con expresiones como apagado, dinámico, gordo, estirado, de pies pequeños, etc. En la calle habitualmente va envuelto en un complejo arreglo de información llamado ropaje o vestimenta.

El YoR es el ente que sube o baja de un automóvil, por ejemplo.

Cuando digo "Yo como" es que observo que ese animal (el “Yo Real”) se está alimentando. No sería apropiado afirmar "YoR como", puesto que ese animal sobre el cual galopo o deambulo por la vida (según sea el caso) es ajeno a mí. Lo apropiado es decir "Yo Real come"

Por otra parte, el ente que percibe los sabores, olores y placeres o desencantos asociados al comer y que, además, percibe que ese animal está alimentándose, es el "Yo en Mí" (YoeM), habitualmente conocido como "Yo".

Cada “Yo Real” genera en sí una percepción o sensación de sí mismo: el "Yo en Mí", ya mencionado; esto es: su consciencia refleja unida a su propia conceptualización instantánea acerca de sí y de dicha consciencia refleja. Este es el YoeM de cada uno de nosotros. En la pareja, mi “Yo en mí” y tu “Yo en mí”.

Este "Yo en Mí" generado en, por y para el YoR, tiende arcaicamente a creer que existe “dentro” del YoR.

Como el "Yo en Mí" es incorpóreo, ya que solo es un arreglo instantáneo de información permanentemente cambiante, mal puede existir “dentro” de algo o de alguien.

Con respecto a dicho arreglo de datos cabe destacar que suele limitarse al conjunto de los valores que cree percibir de cada una de las dos a diez variables que maneja en la necesidad de simplificar las cien mil de las que depende o las que conforman o determinan instantáneamente su “Yo Real”.

Con menos dificultad cada “Yo Real” lleva en sí, para cada “Tú Real” (TúR) con el que alterna o tropieza un TúReM (Tú Real en Mí): su percepción más su propia conceptualización acerca de ese ser único que al ser percibido por quienes lo rodean da lugar a una multitud virtual o imaginaria y, que a los efectos del presente estudio del par amoroso, es un TúR que genera:

= en mí, un "Tú Real en Mí" (TúReM); y,
= en sí mismo, un "Yo en Mí", ente imaginario para mí imposible de conocer y que en mi “Yo Real” o desde mi "Yo en Mí" se denomina "Tú en Mi" (TúeM).

Afortunadamente, de la mayor parte de quienes tenemos consciencia, llevamos un “Tú Real en Mí” simplificado y manejable.

Es oportuno mencionar que los músicos suelen generar, con respecto a cada persona que conocen, tres “Tú Real en Mí”.

Ellos son el “Tú Real en Mí”, el “Tú Real en Mí mayor” y el “Tú Real en Mí menor”, todo lo cual da lugar a la personalidad más compleja e introvertida que caracteriza a los músicos.

Cuando no conocemos a algún “Tú Real” –por ejemplo el TúR de las miles de personas que vemos o percibimos a nuestro alrededor en un estadio– el respectivo “Tú Real en Mí” está conformado por pocos datos no contrastables. Entonces, es no conflictivo.

Pero mientras más conozco a un “Tú Real” mayor conflicto se produce entre el “Tú Real en Mí” que llevo conmigo y la percepción del TúR que tengo o experimento cada vez que me detengo a observarlo, lo que me obliga a ajustar repetidamente ese “Tú en Mí” hasta que las diferencias entre lo que observo y lo que esperaba observar disminuyen al menos hasta dejar de resultarme confictivas.

Del mismo modo, en el caso de nuestra pareja las cinco personas básicas que tú aportas al “nosotros” son:

6 “Tú Real” (TuR). El animal concreto, vivo y único, que para ti es “Yo Real” y para mi es “Tú Real”.
7 “Tu Yo en Mí”, también llamado “Tú en Ti” (TuYoeM ó TueT) la conciencia que tú tienes acerca de tu “Yo Real” en este momento.
8 “Yo Real en Ti” (YoReT). La percepción que tienes de mi “yo Real” en este momento.
9 “Yo en Ti” (YoeT). Tu apreciación acerca de mi “Yo en mí”, en este momento.
10 “Tu Tú en Mí” (TuTeM). Tu apreciación acerca de cómo imagino yo que tú eres en este momento

Yo además suelo aportar a nuestra pareja:

11 “Futuro Yo ” (FYo). Mi estimación acerca de cómo percibiré a mi “Yo Real” en un futuro indeterminado.
12 “Futuro Tú en mí” (FTúeM). Mi estimación acerca de cuál será mi percepción de “Tú Real” en un futuro indeterminado

A los que se suman los que tú sueles traer:

13 “Futuro Tú”. Tu estimación acerca de cómo será tu “Yo en mí” en un futuro indeterminado 14 “Tu Futuro Yo en mí”. Tu estimación acerca cuál será tu percepción de “Tú Real” en un futuro indeterminado

Yo podría aportar adicionalmente dos personas que en nuestro caso no son determinantes en el conflicto vital de la pareja, pero que en el caso de muchas parejas tienen carácter protagónico:

15 “ex Yo en mí”. Mi apreciación acerca de “Yo en mí” en un pasado indeterminado
16 “ex Tú en ti”. Mi apreciación acerca de tu “Yo en mí” en un pasado indeterminado

Y TúR lleva además en él otras dos personas que, si han evolucionado en forma que no genera conflictos con tu propio “Yo en mí”, situación muy poco frecuente, no entran en este intercambio vital del par aparente llamado “nosotros”:

17 “ex Tú en Ti”. Tú, pretérito o pasado, en ti
18 “ex Yo en Ti”. Yo, pretérito o pasado, en ti

Todos estos seres existen y, con la excepción de dos de ellos (los animales materiales y concretos, independientes y vivos), pertenecen a una misma categoría: son virtuales. No tienen asidero o condición real alguna, por lo que desaparecen tan pronto deja de existir el animal en torno al cual se dan, oportunidad en que se convierten exactamente en lo que son: nada.

El autor de estas líneas, como el de toda otra, es un YoeM (un “Yo en Mí”) que se vale del “Yo Real” que lo cobija para golpear el teclado y para enterarse de cuáles son, exactamente, las letras que van apareciendo.

En la poesía “Nosotros, inmanejable par aparente”, salvo especificación en contrario se denomina "Yo" a “Yo Real” y se llama "Tú" a “Tú Real” porque ellos son los seres objetivos y corpóreos que generan el efecto devastador denominado amor.

El amor es un grave asunto entre YoR y TúR que determina que disfruten, sufran y se debatan no menos de diez personas virtuales, sin contar testigos, familiares y amigos.

Una de las muchas causas del problema de comunicación que inevitablemente sufre la pareja deriva de

a. que yo llamo “tú” tanto a “Tu Real” (vale decir a tu “Yo Real”, pues ellos sí son la misma persona) como a “Tu en Mí” (alguien que tú no conocen aunque pueden vislumbrar, o deducir, parcialmente) como a tu “Yo en Mi” (a quien yo no puede vislumbrar) y

b. que tú al escucharme tiendes a pensar que solo me refiero a tu propio “Yo en mí”, esto es: a quien tú estimas en ese momento que eres tú.

Otra de las muchas causas de ese problema de comunicación es que la mayor parte de los “Tú Real” ni siquiera se detienen a pensar que existe tanto su “Yo Real” como su “Yo en mí” (que es quien debería detenerse a pensarlo) y que ambos son dos personas tan distintas como pueden ser un ente material y otro que no lo es.

Un tercer problema para la pareja es que sus respectivos “Yo en mi” están permanentemente afectados por el SSD (Síndrome de la Sensación Dominante).

La conciencia natural o no deliberada permite que el “Yo en Mi” normalmente sea conciente de muy pocas sensaciones simultáneas. Esto ocurre con la conciencia no deliberada puesto que, si nos proponemos hacerlo durante algunos momentos, podemos ser concientes de muchas de las sensaciones que percibimos simultáneamente.

Vuelvo a la conciencia natural: tengo algo de calor, la música, aunque subida de volumen es grata y de ritmo contagioso, la arena me quema ligeramente los pies, tanto tiempo sentado en esta posición me incomoda. En tanto no estoy conciente de las mil otras sensaciones simultáneas que estimulan mis sentidos: luz algo intensa, leve peso de los anteojos de sol sobre las orejas y la nariz, sonido de las olas del mar, olor del protector solar, tenue aspereza de la toalla sobre la que estoy sentado, palabras de mi pareja que me habla probablemente desde hace algunos minutos, etc.

Y bastará por ejemplo que la temperatura suba tres grados para que todas las demás sensaciones desaparezcan y quede una sola: qué calor, maldito insoportable calor... debo salir de aquí de inmediato.... ¿piscina? ¿mar? ¿habitación?

El SSD se pone mucho más de manifiesto cuando, después de comer, al “Yo Real” le han quedado varios pedazos de carne entre los dientes. Entonces sentimos (el “Yo en mí” percibe) una molestia principal y varias secundarias. Al quitar el pedazo correspondiente a la molestia principal inmediatamente sentimos que existe otro pedazo de carne que es el que ahora más nos molesta; esto es: una nueva molestia principal acompañada de otras secundarias. Este fenómeno de sustitución del protagonista de la conciencia se repite hasta que hemos quitado todos los pedazos de carne de entre los dientes, en cuyo momento comenzamos a gozar de una gran paz interdental que desaparece casi de inmediato, tan pronto empezamos a percibir olores, sabores, tactos o sonidos que nuestro “Yo real” percibía pero de los cuales nuestro “Yo en Mí”, perturbado por la intensa molestia de la carne entre los dientes, no se percataba en absoluto.

El SSD nos afecta a tal punto que si uno de los pedazos de carne es realmente grande solo tenemos conciencia de él. Creemos tener un solo pedazo de carne en un único intersticio dental. Y al quitárnoslo podemos percibir que tenemos muchos otros en otros intersticios, un segundo que se ha convertido en protagonista exclusivo o efectivamente ningún otro.

Con infinita mayor intensidad ocurre similar distorsión perceptiva cuando, en lugar de insoportable calor en la playa o un gran pedazo de carne entre los dientes, padecemos de celos, pasión o devastadora enfermedad.

Presa de los celos solo percibes tus celos y yo, que aún no descubro que tu “Yo en Mí” está asfixiado por ellos, soy capaz de conversarte de asuntos intrascendentes y aun de intentar poseerte o palpar parte del exquisito “Tú Real” sin previamente seducirte, lo que romperá tu capacidad de contenerte.

Entonces te valdrás de tu también agobiado “Yo real” para golpearme y me obligarás a defender a mi “Yo real” mientras apresuradamente ajusto mi “Tú en Mi”.

¿Agobiado también el “Yo real”? ¿Cómo es posible que ese ser independiente y vivo, ese cuerpo material y concreto pueda verse agobiado por el peso de la siniestra nube inmaterial de los celos?

Lamentablemente el “Yo en Mí” es capaz de convertirse en titiritero del ser real que le da vida. Puede ponerlo a tartamudear, causarle úlceras, despojarlo incluso de las “ganas de vivir” que nunca tuvo, que le fueron atribuidas, y a tal extremo puede despojarlo de esa atribución inexistente y virtual que el “Yo real” puede perturbarse hasta el extremo de dejar de ser, desaparecer, morir.

Cuánto más pueden mi “Yo en Mi” y el tuyo (o “Tú en Ti”), convertirse en titiriteros simultáneos de nuestra pareja, del nosotros, del inmaterial nosotros y despojarlo no solo de las ganas de vivir sino de su propia esencia o razón de ser, sin contar con que el desaguisado que por sí solo supone que dos titiriteros, enredo de hilos y voluntades, ejerzan su arte o, peor aún, su simple descuidada afición por los títeres, sobre un mismo muñeco inanimado.

Del libro "LA PAREJA, una multitud", de Darío Varela ©, Editorial Kódigos SL, Valencia, España